DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

sábado, 9 de julio de 2011


Escribí lo que sigue hace varias semanas. No sé si puede considerarse exactamente un apoyo a Leonel Messi. Pero los amigos se ven en los momentos difíciles, y algo de eso hay.

MARADONA, MESSI Y EL OCASO DEL UNIVERSO NAC&POP

Mucho se ha hablado de Messi y Maradona jugadores de fútbol. Sin embargo, la remanida comparación entre M&M excede los límites de lo deportivo para adentrarse en la cultura de nuestra época y en sus modos de organización y de producción de valor. Aquí mi tesis. Maradona es el héroe de los tiempos nacional-industriales; Messi, el ícono futbolero de la Modernidad postindustrial y global. Basta comparar los modos de funcionamiento de los equipos en los que han obtenido sus mayores logros (el Napoli y la Selección, para Maradona; el Barça, para Messi) para entender cuánto han cambiado los tiempos. Y en qué dirección.

DEL FULBITO INDUSTRIAL AL FÚTBOL GLOBAL DEL CONOCIMIENTO Y LA INFORMACIÓN
Maradona era el vértice jerárquico de una pirámide de producción de valor y sentido como la que gobernaba las viejas cadenas fordistas de producción manufacturera, con sus categorías claramente definidas: los obreros, los capataces, los supervisores, los ingenieros, los directivos y los propietarios. El fútbol del Napoli y la Selección era un fútbol industrial: repetitivo y antiestético a menos que un genio lo iluminara. La responsabilidad del talento estaba en la cabina de conducción. Maradona era único en su función: todo el equipo jugaba para que él hiciera explotar su talento, y él explotaba su talento en beneficio de los demás. Cualquier sustitución por un suplente con funciones similares o –aún más- por un titular del equipo, no provocaba una merma del rendimiento sino una caída catastrófica. El talento de los equipos que integraba Maradona estaba todo en él. Los demás oficiaban de colaboradores más o menos valiosos, pero colaboradores al fin. Un gol de esos equipos de cuya elaboración Maradona no tomara parte era, si no imaginable, una rara excepción.
Messi, no. Messi es uno de los nodos de la extraordinaria red social que es el juego del Barcelona. El mejor de todos y por diferencia, pero uno más. Bien mirado, el Barcelona es una banda de pitufos indistinguibles que da la sensación de ser, con pocas excepciones, la misma persona. No nos sorprenderíamos demasiado si nos revelaran que se trata de ocho mellizos monocigóticos que antes de los partidos no se reparten camisetas sino máscaras (“Tomá la de Xavi -Iniesta, Villa- etc,”) y le dan la de Messi al que está mejor ese día. Por supuesto, ninguno es intercambiable en realidad (tampoco los puntos de una red lo son, ya que su emplazamiento geográfico y su función sistémica les otorgan individualidad). Y sobre todo, no se trata aquí de uniformización industrialista sino de su contrario: no hay masificación sino despliegue colectivo de talento individual; cada uno de los nodos de la red-Barcelona juega el mismo fútbol desde donde está y a su manera personal.
El del Barça es un fútbol postindustrial en el que los elementos inmateriales e intangibles juegan un rol radicalmente más profundo que en los equipos de la era anterior; es decir: la mayoría de los equipos de un mundo futbolístico antiguo y atlético, aún ocupados en el despliegue físico que es inevitable para compensar la ausencia y la escasez de buen conocimiento e información. De allí la diferencia. En el Barça, la ausencia del más talentoso de sus jugadores, Messi, provoca una merma de performance pero no la caída irremediable del sistema, ya que el talento no está concentrado en un punto sino diseminado en todos los nodos, como ha podido comprobarse en la Liga y el campeonato español.
El Barça juega, además, con el mismo estilo a la vez impersonal y lleno de talento de un equipo de play-station; artefacto que es objeto de la adoración de Messi. Su velocidad, la de Messi y la del Barça, es su otro secreto evidente. No se distinguen tanto por las cosas que hacen, sino porque las hacen a mejor velocidad, más que a mayor. No corren todo el tiempo. No “van” todo el tiempo. No mantienen el ritmo de producción de la cadena. No son obreros fordistas. Parece que no transpiran. Toman la pelota, pase y pase, esperan el momento adecuado, y aceleran. Y cuando aceleran, son letales. Uno tiene la impresión de que si el Barcelona jugara con doce y el doce fuera Riquelme –quizás: hasta el propio Maradona- el Barça jugaría peor. Y no es que Maradona haya desaparecido del campo, sino que ha sido engullido. Todos en el Barça juegan de Maradona… hasta donde su talento se lo permite.

El Barça es una red intangible e inmaterial, en la cual todos los puntos de la cadena aportan conocimiento, información, diversidad, comunicación, innovación y subjetividad; valores centrales de la nueva era. Es una nueva dimensión de la vida en sociedad donde la solidaridad no se contrapone al placer, ni al deep-play, ni a la creatividad individual. Nadie se sacrifica por el otro. Se sustituye la cultura protestante-weberiana del esfuerzo y el altruismo por la del goce y el individualismo generalizado al servicio de lo colectivo, elementos típicos de una era de post-escasez donde no todo es ya suma-cero.
A su manera, y a pesar de que se extravió luego confundiendo al fútbol moderno con la Naranja Mecánica holandesa, lo intuyó exactamente Alessandro Baricco en su excelente Los Bárbaros: “Un sistema está vivo cuando el sentido se encuentra presente en todas partes y de manera dinámica: si el sentido está localizado e inmóvil, el sistema muere”.
De manera que Messi podrá ser el mejor y ganar más dinero y trofeos con el Barça y la selección argentina de los que ganó Maradona (dicho sea de paso: un mundial juvenil, y un subcampeonato y un campeonato mundiales es un saldo magro para el mejor jugador de todos los tiempos) pero nunca podrá ser –para bien y para mal- lo que fue Maradona: el único de la clase, el perno sobre el que giraba toda la producción futbolística de su equipo, el concentrador e inmovilizador del sentido del juego. El sine-qua-non.


EL SURGIMIENTO DE UN HÉROE NI NAC NI POP

Si en un sentido el pasaje de la corona mundial de las manos de Maradona a las de Messi señala el cambio entre el industrialismo al post-industrialismo, en otro proclama el viraje de una era nacional a otra global. No al fin de los estados nacionales, sino el pasaje de una era centrada en las naciones a otra centrada en los fenómenos, flujos, procesos y sistemas globales. No se trata solamente de que los medios de comunicación hayan globalizado el mercado del fútbol, de manera que una final Barça-Manchester comienza a ser tan vista y comentada en Argentina como un Ríver-Boca –con la consiguiente financiarización del sistema y las alzas explosivas de sus valores económicos (Messi “vale” y gana decenas de veces lo que Maradona, y muchos jugadores mediocres ganan hoy lo que el mejor del mundo ganaba ayer). Se trata de su efecto irremediable: el cambio en el mito heroico que el fútbol convoca.
Maradona es, qué duda cabe, un héroe nac&pop comparable al Soldado Desconocido y el Tamborcito de Tacuarí. El consagrador de la victoria inobjetable del Pueblo y la Nación. Sus compañeros, sus colaboradores, pueden aspirar -al máximo- al estatuto de sargento Cabral. Desde aquel video de la pubertad en que desde el potrero de la villa declaraba que su objetivo en la vida era ganar un mundial con la Selección hasta la corrida maravillosa del barrilete cósmico del Mundial ’86, en cada etapa de su ascenso meteórico y en cada paso de aquella estupenda carrera hacia el gol más bello de los mundiales se escuchan los acordes del Himno Nacional. No es Maradona el que avanza entre decenas de piernas piratas. Es la Patria sublevada, venida desde lo más obscuro de la Historia, desde el interior dinamitado por el capitalismo temprano hasta la precipitación epocal de Villa Fiorito, para lavar una afrenta nacional. Con la mano, si es necesario. Ha sido dicho miles de veces: qué más da una mano si esa mano está vengando muertes fraternales, equilibrando combates entre cruceros atados con alambre y escuadrillas de Harriers, poniendo la victoria del lado en que debiera haberse posado si en la Historia hubiese algo más que injusticia. ¿Y dónde podía terminar la gloriosa epopeya insurreccional maradoniana sino en las pecaminosas tierras del Imperio, en ocasión del Mundial ’94 disputado en Estados Unidos y en una ciudad de nombre paradigmático: Boston? ¿Y cómo habría de interrumpirse sino por culpa de una conspiración internacional que le cortó las piernas, poniendo en evidencia lo que, por otra parte, ya todos sabíamos?
Amigo del poder pero revolucionario de boquilla, Ferrari y tatuaje del Che, ayer con Menem y la Camorra y hoy con Fidel y Chávez, multimillonario evasor fiscal pero abogado de los pobres, Maradona es una contradicción que camina. Es que Maradona es el Pueblo y es la Patria. Por lo tanto, es también sus contradicciones. Y quienes cuestionan sus goles handboleros, las caramañolas envenenadas o los café-veloces, los que prefieren a Pelé o ponen en duda la genialidad de sus goles o la nobleza de sus acciones, son traidores a la causa nacional y popular. Si no se los fusila, no es por falta de méritos sino por la magnanimidad intrínseca de esa alma.
En cambio, Messi es un típico producto de una era global. Nacido en Rosario, tras un fugaz paso por las inferiores de Newell’s comenzó su verdadera carrera en el Barcelona español, es decir: sin pasar por la cadena fordista de producción de jugadores inter-nacionales (y no globales) que prevé una etapa en la primera de un club argentino de los chicos (el Argentinos de Maradona) y una sucesiva en otro club argentino de los grandes (el Boca de Maradona), antes de pasar al destino mundial. El paso del modo de producción que creó a Maradona al que produjo a Messi es el cmabio desde la división inter-nacional del trabajo a una red globalizada y deslocalizada, uno de cuyos nodos se halla en Barcelona. Sus orígenes familiares tampoco se hunden en la noche ancestral de los pueblos autóctonos. Hijo de trabajadores (padre obrero, madre empleada), Lionel Messi-Cucittini, con parientes en Ancona y en Lérida, es el fruto de una Argentina blanca de origen aluvional global. ¿Qué hubiera sido de su carrera si la ciencia occidental no hubiera encontrado remedio a las deficiencias hormonales que padecía, y si un club catalán no hubiera pagado el tratamiento apostando –como en un mercado de futuros- por una capacidad futbolística todavía por comprobar?

El hecho de que Diego Maradona haya cumplido sus mayores hazañas en la selección nacional y Leo Messi en un club extranjero es algo más que una deficiencia. Se trata de una traición que el pueblo futbolero aún no perdona. Y sin embargo… Sin embargo el cosmopolita Messi es, en un sentido, más argentino de lo que nunca Maradona podrá ser. En efecto, la selección argentina era para Maradona la única selección nacional disponible. No la eligió, sino que fue elegido, como corresponde a un D10S sujeto por vínculos nacionales prescriptivos.
Por el contrario, ese Messi que se fue en su pubertad a Barcelona y que posee la ciudadanía española eligió jugar en la eternamente caótica selección argentina en lugar de hacerlo en la ascendente selección española en la que juega la mayoría de sus compañeros. ¿Conveniencia? ¿Prestigio diferente de ambas camisetas en el momento de su elección? Como sea, Messi disponía de una opción y no eligió la más cómoda, ni la más simpática para sus patrones y sus admiradores, ni la más conveniente económicamente. Aún más, lo hizo sin rimbombantes declaraciones de amor a la Patria sino, probablemente, mientras enfrentaba a algún equipo alienígena en su Play-Station.


Disculpen. Como ya todos han comprendido prefiero a Leonel Messi, ciudadano del mundo sin dejar de ser argentino. Muchos episodios de mi pasado me unen a Maradona (vivía a pocos kilómetros de Villa Fiorito cuando él nació; soy hincha de Independiente y de Bocchini, como era él; vi su debut en la selección con mi difunto padre, quien me lo señaló como el crack del futuro; viví a pocos kilómetros de Napoli entre 1987 y 1990, etc.). Pero es un pasado que prefiero superar en lugar de deleitarme con las delicias masoquistas del complot alienígena que acompañan su permanente frustración. Maradona me recuerda lo mejor, pero sobre todo lo peor, de la cultura nacional argentina. En especial, aquella maravillosa frase de Borges sobre el mayor de los pecados que puede cometer un hombre -no ser feliz- que tan bien se le adapta, y al país. En cambio veo en Messi un tipo orientado al mundo y al futuro y no al deseo neurótico de repetición de los peores episodios del pasado de nuestra nación.
Veo en Messi una promesa de futuro, de una Argentina feliz y conectada con todo y con todos sin por ello dejar de ser lo que es. Generosa sin aspavientos ni declamaciones. Un país de buenos tipos que se la pasan bien y ganan cuando pueden y cuando no pueden no acusan al universo entero de ser parte de una conspiración. Un país que vive y se divierte viviendo y haciendo bien lo que sabe. No el narcisismo disfrazado de heroísmo. No el drama cotidiano. No la angustia permanente de quien se tiene a sí mismo como su mayor enemigo personal. Un buen tipo, uno más, que se sacó la lotería y lo sabe y lo disfruta. Y si gana el mundial o la Copa América, mucho mejor.

NB: había ya cerrado el artículo cuando llegó la noticia de la agresión a Messi en Rosario. Un chico de la secundaria le aplicó un coscorrón. Aparentemente, era un hincha de Rosario Central molesto por el pasado de Messi en Newell’s Old Boys. Se trató, qué duda cabe, de una excelente demostración de dos elementos básicos para comprender el mundo global: 1) lo local no se desaparece sino que se revitaliza, erosionando por debajo la unidad nacional de la misma manera en que lo global lo hace por arriba, 2) en un mundo global, los intereses nacionales no pueden defenderse por métodos tribales: la lógica tribalista es insuficiente hasta para constituir una nación.

15 comentarios:

piolatti dijo...

muy bueno y tan claro como todos tus conceptos,aprovecho a felicitarte por tu forma de encarar los debates con los ka que no te logran callar.abrazo de un admirador por tu honrades intelectual y moral.

sukpink dijo...

sukpink2
Genial, genial, genial. Me lo leí todo a pesar de la letra azul (para la próxima negra porfa). Soy una gran admiradora de su (o tu, si me permitís tutearte) brillantez intelectual y tus convicciones morales. Te quiero y te admiro

Anónimo dijo...

Fernando entonces vos decis que la viveza criolla siempre es mala?

Fernando A. Iglesias dijo...

Depende. Son cosas distintas: la astucia no es mala, la violación de las reglas, sí.

Anónimo dijo...

Mejor que astucia, resulta sagacidad. ¿Será la diferencia entre Anibal y Alberto F?

Jorge dijo...

No mezclemos las cosas, Fernando. Dejemos las formas de producción por un lado y el fútbol por otra. Comparto casi todo lo que decís, excepto la valoración. Messi es exactamente eso, un jugador de Play Station. ¿A quién puede entusiasmar un jugador de Play Station? Maradona representa la genialidad, la esperanza, la venganza del débil sobre el fuerte, el que opina de todo y pone la cara, el que juega la final del 90 con un tobillo hinchado como un melón, el que nos hace llorar y emocionar, el que nos genera amor de hermano sin conocerlo.
¿Quién quiere a Messi? ¿Qué opina Messi del mundo? ¿Qué le gusta a Messi? No lo sabemos ni en relación al fútbol. No le pidamos que critique a Bush, al Papa, a la FIFA, a Grondona. Messi es claramente un jugador del establishment, como el Barcelona es el club del establishment
Es un gran jugador, pero es también un pendejo sin personalidad que juega bien en el Barcelona, la nueva mentira del fútbol mundial, que arma un equipo de 1000 millones de euros, que compra hasta jugadores que no va a utilizar para que no jueguen en otro equipo y todos creemos que el técnico es un estratega. ¿De qué cambio de velocidad hablamos? En España Barcelona y Real Madrid juegan un campeonato solos, los demás son rejuntados que acá no podrían jugar ni en la C.
¿Un mundial juvenil y un subcampeonato y un campeonato mundiales es un saldo magro para el mejor jugador de todos los tiempos? Te olvidás de los títulos con Boca y con el Nápoli, cuando el Nápoli era el 4 de copas de la liga italiana.
Lo que hay que oir ...

Fernando A. Iglesias dijo...

Estimado Jorge: para que haya opiniones tan opuestas sobre casi todo como la mía y la tuya es que existe la democracia.
Cordiales saludos

Ariel Ñaz dijo...

Querido Fernando quiero ofrecer mi lengua para sanar el esfinter de la Señora Doctora Lilita Carrio por lo de la capital.

Por otro lado no importa, ya que siempre podemos recordar que perdió el gobierno y no nosotros.

Ahora a apoyar a Mauricio y al PRO.

Biondini es nuestro limite y estamos dispuestos a correrlo.

Por Lilita la vida y la dignidad!!!

Fernando A. Iglesias dijo...

Estimado Ariel: siga usando su lengua en los esfínteres que le son habituales. No lo necesitamos.
Que lo disfrute.
F

Anónimo dijo...

Fernando es posible que argentina adquiera el sentido colectivo del barcelona? ahora con batista digo.

Ariel Ñaz dijo...

Querido Fernando: Solo aclararle que mi oferta de lengua era solo para la Doctora Carrio y que no lo hacia extensivo hacia el resto del staff.

Anónimo dijo...

Me dije, voy a entrar al blog del continental, que hace un tiempito que no voy por alli.....MAS QUE NADA para felicitarlos...por el cuantitativamente exiguo pero cualitativamente portentoso 0,30 % que sacó (en nuestra C.A.B.A) ....que preanuncia su... Bueno, algo preanuncia.jaujauajau

Anónimo dijo...

Fernando debe tener la habilidad de manu Ginobili. Porque no para de embocarla. En efecto, si uno lee sus libros ve las virtudes del mercado, y la maldad del populismo.Asi evitamos que el kirchnerismo busque ganar holgadamente en las elecciones. Porque para las nacionales pierden.

Anónimo dijo...

Ah! Para Benito: te recomiendo un libro de JJ Sebreli. Los Orígenes historicos del peronismo. leelo, me vas a estar profundamente agradecido por haberte abierto la mente y los ojos.

Cocodrilo Mental dijo...

De lo único que Ud. entiende menos que de política... es de fútbol.
Un saludo afectusoso.