DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

jueves, 8 de septiembre de 2011

DISCURSO

Este es mi discurso de ayer en el Congreso sobre la creación del Banco del Sur. Raro país, éste, en el que los "progresistas" que quieren superar el economicismo de los Noventa crean bancos y los "neoliberales" proponemos avanzar en la institucionalización político-parlamentaria...

Sr. Iglesias.- Señora presidenta: coincido con quienes me han precedido en el uso de la palabra respecto a la trascendencia que tiene la creación del Banco del Sur, y reitero mi aprobación personal y la del bloque del que formo parte, con los fundamentos que ha dado mi colega Alfonso Prat-Gay. Esta iniciativa está en perfecta consonancia con la declaración de principios de la Coalición Cívica, cuyo capítulo internacional tuve el gusto de redactar, y en el cual se establece como prioridad la integración regional sudamericana.

Habitualmente, a los diputados de la oposición se nos pide que planteemos alternativas superadoras, así que voy a hacer una observación crítica; no a la creación del banco con la que coincido, sino en relación con el mecanismo de su constitución. Y bien, el mecanismo aplicado para la creación del Banco del Sur repite la vieja mecánica de las conferencias intergubernativas, o sea, de los acuerdos entre gobiernos que son después refrendados por los Parlamentos. Este procedimiento presenta una serie de defectos y limitaciones, que paso a señalar.

En primer lugar, su fragilidad. O sea, el hecho de que dependamos de la unanimidad de acuerdos intergubernamentales que hoy existen y mañana podrían no existir. Por el contrario, si hubiésemos desarrollado instituciones parlamentarias a escala regional como las previstas en los actos constitutivos tanto de la UNASUR como del Mercosur, estos mecanismos tendrían una dinámica propia y estarían sujetos a la regla de la mayoría, y no a la unanimidad. En segundo lugar, el procedimiento intergubernamental nos reduce -a los parlamentarios- a optar en el marco de una simple opción: decir que sí o no, aprobar o rechazar sin poder aportar mejoras. A mí me gustaría poder aportarlas. Por ejemplo, propondría que la fuente de financiación no provenga solamente de las contribuciones de los estados-miembro sino también de los privados, por ejemplo: mediante una tasa Tobin a las transacciones financieras, para limitar los mecanismos cíclicos, las entradas masivas y las fugas de capitales que tanto daño le han hecho a la región. Me gustaría también que otra fuente de financiación fuese una carbon tax, una tasa al uso del carbón y el petróleo, que aumente los excedentes energéticos de la región y recaude fondos que sirvan para el financiamiento de una estructura energética sustentable, basada en energías renovables. Me agradaría además que no sólo aportaran los fondos los Estados, y por lo tanto los pueblos, sino también que hubiera una tasa al gasto militar. Mientras seguimos hablando de integración, varios gobiernos de la región –de derecha y de izquierda- continúan armando sus ejércitos y de una manera que responde a hipótesis de conflictos regionales. Estoy hablando de Chile, Venezuela, Brasil y Colombia. Si esos gobiernos tienen dinero para gastar en ejércitos que pueden atacar a sus vecinos, ¿por qué no pueden aportar un porcentaje de esos fondos al financiamiento de un banco dedicado al desarrollo regional?

Son mejoras que me hubiera gustado proponer, pero no puedo hacerlo. En primer lugar, porque estoy sometido al mecanismo intergubernativo de deliberación del proyecto y a su refrendación por los parlamentos nacionales. En segundo lugar, porque las dos instituciones parlamentarias previstas en la integración sudamericana no funcionan. El Parlamento del Mercosur no se ha reunido una sola vez este año, ni se ha respetado el acuerdo establecido por los gobiernos que establecía que ya para fines del 2010 la elección directa de representantes para el Parlamento del Mercosur. No se ha cumplido ese acuerdo. Se lo prorrogó sin motivo alguno. No hubo decisión política por parte de los mismos gobiernos que todos los días hablan de la superación de la integración economicista de los Noventa mediante una integración de tipo político. Por otro lado, uno de los artículos constitutivos de la UNASUR –específicamente el 17- habla de la “conformación de un Parlamento sudamericano con sede en la ciudad de Cochabamba –Bolivia-, que será materia de un protocolo adicional al presente tratado”. Han pasado los años y seguimos esperando el protocolo adicional, mientras quienes hablan de integración política se ocupan exclusivamente de crear un banco. Agrego, refiriéndome a la decisión errada de ubicar la sede en Venezuela: la integración no debe depender de mecanismos ideológicos. Precisamos una integración regional que vaya más allá del hecho de que los gobiernos sean de derecha o de izquierda. Hay gobiernos de derecha en la región, y necesitamos incorporarlos a un mecanismo de integración. Por eso los acuerdos intergubernamentales con mecanismos refrendarios a nivel parlamentario, como el que está creando el Banco del Sur, son insuficientes. Necesitamos avanzar hacia la creación de verdaderos parlamentos de escala regional.

Y ya que se ha mencionado el tema de la crisis en Europa, me parece que el de la Unión Europea es un excelente ejemplo no solamente desde el punto de vista de sus aciertos –que fueron muchos-, sino también de sus errores. Voy a mencionar dos entre estos últimos. Uno: la falta de participación de los ciudadanos europeos en el proceso de construcción política de Europa. Y bien: la participación de los ciudadanos sudamericanos es también insuficiente, y es insuficiente porque no existe un mecanismo de representación democrática a escala regional que convoque a nuestros ciudadanos a votar y participar de las alternativas políticas que enfrenta nuestra región.

El segundo error de Europa que quiero subrayar es el de las asincronías; el hecho de que existan mecanismos intergubernativos y no un Parlamento Europeo con verdaderos poderes legislativos y que es una de las causas generadoras de la crisis en Europa. A pesar de que desde 1978 existe un Parlamento Europeo con elección directa, éste tiene escasos poderes. Europa tiene una gran abundancia de mecanismos ejecutivos –la Comisión y el Consejo y de mecanismos económicos como el que estamos proponiendo hoy: existe en ese continente un banco central y, además, una moneda común. Es decir que existen instituciones económicas y ejecutivas como las que existen en Sudamérica, y sin embargo, son débiles las instituciones parlamentarias. Por eso Europa no tiene posibilidad de generar un nuevo plan que no sea de ajuste sino de crecimiento basado en bonos europeos, que podrían ser deliberados en un Parlamento Europeo si éste dispusiera de las potestades legislativas necesarias. Y lo mismo puede decirse respecto de las tasas de imposición a las transacciones financieras o al consumo de carbón o petróleo. Y dado que no hay un Parlamento Europeo poderoso tampoco hay políticas fiscales unificadas. Por lo tanto, Europa tiene una política monetaria unificada a partir del Banco Central Europeo y del Euro sin políticas fiscales unificadas. Esto ha provocado el colapso de varios países de la Unión Europea, así como la falta de control parlamentario en el gasto de los gobiernos nacionales, como en el caso de Grecia.

Señora Presidenta: Desde el bloque del Frente para la Victoria se ha hablado del pueblo y de los ciudadanos. Yo agrego: el pueblo de Sudamérica merece estar representado en instituciones democráticas regionales. Y digo también que no hay ni habrá verdaderos ciudadanos del Mercosur ni del UNASUR hasta que no haya verdaderas instituciones parlamentarias democráticas regionales.

Por lo tanto, más allá de ratificar mi apoyo a la creación del Banco del Sur insisto en la necesidad de avanzar en la unificación política y la institucionalización parlamentaria sudamericana. El Parlamento de la UNASUR no puede superponerse con el del Mercosur sino que debe ser creado sobre la base del ya existente, el Parlamento del Mercosur, el Parlasur. Para eso, en las próximas elecciones nacionales, que tendrán lugar en el año 2013, deberá realizarse la elección directa de parlamentarios al Mercosur, tal como prevén los protocolos firmados y los compromisos asumidos por los gobiernos. Y ese parlamento deberá tener competencias legislativas específicas, reducidas pero claras en temas relacionados con el Banco del Sur, por ejemplo: dónde se van a aplicar los fondos, para qué y cómo se debe financiar un plan de infraestructura de bienes públicos sustentables a escala global para toda Sudamérica. Esa es una tarea específica de un Parlamento democrático y representativo de los pueblos de Sudamérica, de los ciudadanos sudamericanos. Se trata de un compromiso faltante que los gobiernos harían bien en asumir y nosotros como parlamentarios haríamos bien en sancionar. (Aplausos.)

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