DATOS PERSONALES

Mi foto
* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

miércoles, 30 de noviembre de 2011

ARTICULOS PUBLICADOS

Comparto con ustedes mi nota de hoy con su título original (ES LA POLÍTICA GLOBAL, ¡ESTÚPIDO!), publicada en La Nación http://www.lanacion.com.ar/1428733-se-necesita-un-sistema-politico-global bajo el título, más amistoso, de "Se necesita un sistema político global".


¡ES LA POLÍTICA GLOBAL, ESTÚPIDO!

Miles de serios académicos de todo el mundo parecen creer aún que el mundo keynesiano de postguerra, que por treinta años había permitido armonizar crecimiento económico y distribución social, cambió porque un día Maggie Thatcher se levantó con jaqueca, llamó a Ronald Reagan, y le dijo “Ronnie, ¡empecemos ya mismo un ciclo neoliberal, que me duele la cabeza!”. Pero el fin del consenso nacionalmente-keynesiano no comenzó con esa hipotética llamada sino con el fracaso de François Mitterrand, quien al aplicar en 1981 la receta keynesiana a la economía nacional francesa -que francesa ya no era, sino parte de la economía europea- provocó fuga de capitales, inflación, desempleo y, finalmente, devaluación del franco y vuelta atrás de todas las medidas. Tan penosas circunstancias marcaron el fin de los keynesianismos nacionales, fijaron el patrón de sus debacles futuras (como la de Alfonsín), anticiparon el viraje al centro de la socialdemocracia (la Tercera Vía) y sancionaron una regla que los keynesianos-nacionales siguen sin comprender: en un mercado económico unificado con amplia circulación de capitales y bienes, las inversiones y las tecnologías fluyen hacia donde las regulaciones financieras y ecológicas -y los salarios e impuestos- son menores, haciendo que todas las variables que obstaculizan la maximización de sus ganancias operen a la baja. Como “demostró” Mitterrand, no puede haber keynesianismos nacionalmente exitosos en economías de escala regional. Fin del primer episodio.

Desde aquella debacle, el único espacio unificado que logró compatibilizar el crecimiento económico con estrictas regulaciones ambientales, altos impuestos y elevados estándares de bienestar, fue la Unión Europea, hoy condenada a retroceder o volar por los aires ya que tampoco puede haber keynesianismos regionales exitosos en una economía globalizada. Fin del segundo episodio.

Quienes se llenaron los bolsillos durante el auge económico mundial de los últimos años están logrando hoy que el resto pague las cuentas en la hora de la crisis. Lo que demuestra que, lejos de haberse agotado, el ciclo neoliberal sigue vigente mundialmente, y que el neoliberalismo no es producto de la avidez capitalista, existente desde siempre, sino el resultado inevitable de la globalización de la tecnología, la economía y las finanzas sin una simultánea globalización de la política. De allí que en un mundo global el keynesianismo sólo pueda ser global, y que toda política nacional-regional tienda a ser –ya sea por su orientación inicial o su fracaso final- procíclica y antikeynesiana. Fin del tercer episodio.

¡Es la política global, estúpido! Es la ausencia de un sistema político global capaz de cumplir funciones redistributivas y de planificación general e inversión a largo plazo similares a las que los estados nacionales desempeñaron en el mundo nacional de antaño la que hace inviable cualquier receta anticíclica y está llevando a una recesión planetarizada. Y el problema de la Unión Europea no es que sea muy grande –como creen los keynesianos nacionales que piden la demolición del euro- sino que ha quedado muy chica, ya que no es posible sostener salarios y jubilaciones de miles de euros cuando millones de personas se incorporan cada día al mercado de trabajo global con salarios de pocos cientos. Sólo en países relativamente pobres y de dimensiones continentales como los del BRIC, y en aquellos beneficiados por algún tipo de bendición mineral, energética o sojera que les permita crecer por encima del 5% anual, es posible todavía algún tipo de ampliación del mercado nacional alla Keynes. Y será así sólo hasta que el gap tecnológico con los países avanzados se achique, crezcan las expectativas sociales en ellos o la recesión en el Primer Mundo haga retroceder los precios de las commodities. O, más probablemente, por una combinación de estos factores.

Por eso Europa debe avanzar urgentemente hacia la unidad de sus políticas económicas y fiscales, emitiendo bonos desde el BCE y siguiendo el modelo federal spinelliano. Pero eso no basta. Por eso la ampliación del Mercosur y un acuerdo comercial con la UE son urgentes, pero no bastan. Tampoco basta la reconstitución y empoderamiento del G20, que logró contener la crisis de 2008, ni las ocasionales cumbres inter-nacionales a las que todos concurren con la preocupación de hacer que los platos rotos los paguen los vecinos. Ya es hora de que los líderes políticos nacionales dejen de hacer el ridículo corriendo detrás de los acontecimientos globales. Se terminó el tiempo de la gestión inter-nacional de los asuntos globales y hay que reconocerlo antes de que sea demasiado tarde. Los problemas globales requieren soluciones globales, y las soluciones globales sólo pueden ser discutidas, decididas y aplicadas desde instituciones globales democráticas y permanentes.

Es la política global, ¡no seamos estúpidos! Necesitamos agencias permanentes de prevención y resolución de las crisis del cambio climático, la proliferación nuclear y la volatilidad financiera. Necesitamos empoderar la Corte Penal Internacional, reformar el Consejo de Seguridad, democratizar la ONU y crear una asamblea parlamentaria permanente en el seno de las Naciones Unidas que dirija las iniciativas para crear un orden institucional global más justo, eficiente y democrático. Necesitamos leyes que armonicen paulatinamente las legislaciones laborales, ambientales y financieras en todo el mundo, aboliendo los paraísos fiscales y laborales, impidiendo el dumping global y mejorando las condiciones de vida en los países emergentes. Necesitamos regulaciones globales al sistema financiero global, ya que las inter-nacionales del FMI, el Banco Mundial y el G20 han demostrado su incapacidad ampliamente. Necesitamos un nuevo modelo de crecimiento que sea mundial y que no se base ya en los consumos privados del 20% más rico de la humanidad sino en la producción de bienes públicos para el restante 80%: agua, cloacas, viviendas, caminos, hospitales y escuelas para todos; mejores medios de comunicación y transporte en todo el mundo; una computadora por alumno y una pantalla de TV global en cada aula del planeta. Necesitamos poner el interés común de largo plazo por delante de los egoísmos nacionales y corporativos de corto alcance para rehacer la base energética de nuestra civilización, para que el mundo no se incendie ni se inunde. Necesitamos que el capital, que hoy sobra, deje de evaporarse y encuentre otra vez una aplicación fructífera que coincida con los intereses generales. Y para todo ello necesitamos un ámbito pacífico y democrático de discusión global que disminuya las tensiones internacionales, elabore un plan de desarme global consensuado y permita redireccionar los enormes recursos que se gastan en armamentos hacia un plan global de defensa de bienes públicos cada vez más esenciales para todos, como la paz internacional, la estabilidad financiera mundial y la protección del medio ambiente. ¿Cómo vamos a lograrlo en un mundo tecnoeconómicamente unificado por los mercados y las corporaciones y dividido políticamente por los egoísmos y rivalidades de 194 estados nacionales que en el cenit de su estupidez siguen pretendiéndose soberanos?

Una ONU paulatinamente democratizada y una asamblea parlamentaria de la ONU, embrión de un futuro Parlamento Mundial. Cuanto antes, mejor. Ya sé que es difícil. Mucho más fáciles son la recesión, la degradación y la guerra.

FERNANDO A. IGLESIAS

autor de La Modernidad Global



domingo, 20 de noviembre de 2011

Sobre periodismo argentino y Aerolíneas Camporistas

SOBRE PERIODISMO ARGENTINO Y AEROLÍNEAS CAMPORISTAS
Acabo de leer la excelente nota de Jorge Lanata http://www.perfil.com/ediciones/2011/11/edicion_628/contenidos/noticia_0013.html sobre lo que él llama Aerocámpora y yo, Aerolíneas Camporistas. Sin embargo, una frase ha hecho ruido en mi cabeza. Describe Lanata a Aerolíneas como "una empresa quebrada desde los 90 que vuela aún ante la anomia de toda la clase política que decide lavarse las manos".

Lamentablemente, ni un gran periodista como Lanata escapa a veces al qualunquismo imperante en la Argentina. Como miembro, hasta el 10 de diciembre, de lo que Lanata describe como "la clase política que decide lavarse las manos" cumplo en recordar que yo y el bloque de la Coalición Cívica votamos negativamente, bajo los insultos y escupidas de miembros de algunos de gremios aeronáuticos que entonces eran (para gran parte de la prensa también, Jorge) los "heroicos trabajadores de Aerolíneas" y hoy son descriptos por el propio gobierno que los apañó, como "una oligarquía". Y señalo además que hemos presentado innumerables de informe a los cuales, como siempre, la conducción de la empresa (léase: La Cámpora) no ha respondido.

Es este qualunquismo el que lleva a pensar, muchas veces, “son todos iguales”, y de allí al “Ma… sí, yo voto a los corruptos, total, todos roban”. Y de allí al “que se vayan todos” y al “yo no lo-la voté”. Y es también la mejor manera de que nadie se meta con la vaca sagrada: la sociedad argentina, y diga lo que hay que decir: tenemos el país que tenemos –entre otros factores- porque votamos a Menem I, a Menem II, a De la Rúa para que nos sacara del menemato y siguiera con la Convertibilidad, a los diputados y senadores que pusieron a Duhalde, que puso a Kirchner pero votamos a Menem por tercera vez y quedó Kirchner, y a Cristina Kirchner dos veces. Hagámonos cargo.

Acompaño –aquí debajo- el texto de mi discurso en la Cámara en el que fundé mi voto, con varias notas que es interesante repasar hoy a la luz del ajuste fiscal encubierto que el Gobierno está llevando adelante.


De paso, acompaño aquí abajo el texto de mi discurso en la Cámara en el que fundé mi voto, con varias notas que es interesante repasar hoy a la luz del ajuste fiscal encubierto que el Gobierno está llevando adelante.

(03-12-08)
"Señor presidente: El oficialismo nos dice que hay dos opciones: la primera es la de comprar una deuda enorme de 890 millones de dólares y confiar la compañía a un gobierno que colaboró a su vaciamiento con su complicidad e incompetencia. La segunda opción que nos presenta el oficialismo implica el fin del mundo: el fin del turismo, el fin del transporte aéreo y el fin de miles de puestos de trabajo. Eso es lo que nos dice el oficialismo después de cinco años de gobierno. Pero quién se hace cargo de todo esto. ¿Quién ha venido gobernando sino el oficialismo? ¿Quién renunció? ¿Quién va a renunciar? (abucheos)

El proyecto del oficialismo habla de comprar Aerolíneas, pero comprar significa adquirir activos y pasivos, que en este caso implica comprar una enorme deuda. Esta operación se hace sin que tengamos conocimiento del último balance, con una deuda oculta y con un precio que no conocemos. (abucheos)

Quisiera recordarles la descripción que hace la señora presidenta de la Nación de esta compañía. En su mensaje señala que un alto porcentaje de la flota se encuentra inmovilizado, que la documentación es incompleta y que está anárquicamente organizada, que se registran incumplimientos en el plan de entrenamiento de los pilotos y un inadecuado entrenamiento de las tripulaciones. También se habla de cese de pagos y de fallas en la función logística. Como este es el verdadero estado de la compañía, me gustaría saber quién se hará cargo.
Además,
como la señora presidente propone comprar la empresa a pesar de la descripción que ella misma hace, quisiera saber si en el ámbito privado acostumbra hacer el mismo tipo de operaciones. Seguramente no, porque de lo contrario no se explicarían los 11 millones de pesos de ganancia que obtuvo en el último año. También me pregunto si los diputados que proponen comprar semejante deuda harían una operación de este tipo en el ámbito privado. Quisiera saber si son capaces de comprar un automóvil con una deuda de patentes que supere diez veces el valor de la unidad. (abucheos)
Si no planteáramos estas cosas, seguiríamos transitando el camino de la larga tragedia argentina, que es la tragedia de la estupidez pública y la astucia privada.

Como se habla de compra, les recuerdo también que no hay compra sin venta. Entonces, ¿dónde está el vendedor? Esto no es “¿Dónde está el piloto?” sino “¿Dónde está el vendedor?”. En realidad, el vendedor figura en el acta. La única expresión que conocemos del vendedor en el sentido de que está dispuesto a vender la compañía es la del acta firmada entre él y el secretario de Transporte, Jaime. Aunque ahora no la nombren, esa acta está escondida entre los pliegues del proyecto de ley.
Por lo tanto, desde la Coalición Cívica le decimos “piedra libre” al acta y “piedra libre” a Marsans, que permanecen escondidos en el proyecto de ley y entre las bancas de este Congreso. (abucheos)

Hay derechos innegables por parte de los trabajadores y los usuarios de Aerolíneas Argentinas. Los usuarios tienen derecho a la continuidad del servicio, mientras que los trabajadores tienen derecho a la continuidad de los puestos de trabajo, con su función, su remuneración y su antigüedad, pero los legisladores también tenemos responsabilidades ante los ciudadanos argentinos que pagan sus impuestos, es decir, ante todos los ciudadanos, porque hasta los desocupados pagan impuestos al hacer frente al 21 por ciento del IVA cada vez que adquieren un alimento. Esta mayoría es más grande y más pobre –lo digo con todo respeto- que la de los usuarios y los trabajadores de Aerolíneas Argentinas. Ante ellos también debemos hacer honor a nuestra responsabilidad; hablamos de una mayoría cuyo salario medio es de 2.500 pesos, que no viaja en avión y que paga el 21 por ciento de IVA cada vez que compra la leche para sus hijos.
Entonces, cuando se piensa en una salida para la situación catastrófica que ha creado la incompetencia y la complicidad del gobierno, pedimos una solución razonable que no hipoteque el futuro de generaciones de argentinos. Por eso sentimos la obligación moral de decir no al fraude patriótico que nos propone el gobierno, ya que esta operación tiene tres beneficiarios primeros e indudables: se llaman de Vido, Jaime y Marsans.

Desde la Coalición Cívica jamás hemos hablado de quiebra, pero para aprobar este proyecto faltan cuatro condiciones que planteamos en la comisión y que lamentablemente no han sido incluidas. Las señaló nuestro presidente de bloque.
La primera condición es el rechazo del acta; la segunda, el repudio de la deuda. Estas dos acciones significan el rechazo del vaciamiento efectuado entre Marsans, Jaime y de Vido. La tercera condición es la determinación del origen y la cantidad máxima de los fondos destinados al rescate de Aerolíneas Argentinas. No podemos seguir dando cheques en blanco a quienes han vaciado la compañía, y no es posible que para estos fines se saque el dinero de la vivienda popular y de los planes de urbanización de villas. La determinación del origen y de la cantidad de los fondos es fundamental para que la redistribución del ingreso y la intervención del Estado sean algo más que palabras vacías que tienen exactamente el sentido contrario al que el oficialismo le quiere dar.
La cuarta condición es la renuncia de Jaime y de Vido, porque en ningún lugar del mundo es pensable que quienes son responsables –si no cómplices- del vaciamiento se hagan cargo de la salvación.
Por todas estas razones, la Coalición Cívica votará en forma negativa el dictamen en consideración e insiste en su dictamen de minoría”.
(aplausos y abucheos)

sábado, 12 de noviembre de 2011

Orden de la Stella della Solidarietá Italiana

El jueves 10 por la tarde tuve el honor de que el Sr. Embajador de Italia, Guido La Tella, me distinguiera con la orden de la Stella Della Solidarietá Italiana (Orden de la Estrella de la Solidaridad Italiana) por mi trabajo en la integración regional sudamericana y europea y por fomentar los lazos de amistad entre los pueblos argentino e italiano.



El Embajador La Tella tuvo palabras elogiosas hacia mi persona: ¨Además de ser un hombre político, el diputado Fernando Iglesias es una figura de primer orden en el escenario cultural argentino. Muy vinculado con Italia, donde ha vivido mucho tiempo, apoya constantemente las iniciativas culturales ítalo-argentinas y representa un verdadero punto de referencia en estos temas. Por su aporte al fortalecimiento del espíritu de amistad entre Italia y Argentina se le otorga la condecoración de la orden de la Stella Della Solidarietá Italiana con el grado de commendatore¨.



La Orden de la Estrella de la Solidaridad Italiana fue establecida en 1947 como "certificado especial en favor de todos los italianos en el extranjero o los extranjeros, que han contribuido a la reconstrucción de Italia". El Presidente de la República es presidente de la Orden, dirigida por un consejo de cuatro miembros presidido por el Ministro de Relaciones Exteriores.

Es un honor especial para mí recibir esta distinción por dos motivos: en primer lugar, por ser una condecoración instituida por la República Italiana surgida de la Resistencia y la lucha contra el fascismo. En segundo lugar, porque proviene de una decisión tomada por el Presidente Napolitano, de quien admiro su defensa de la Repubblica y su empeño en sostener el compromiso de Italia con la unidad europea.